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La alimentación en la prevención de enfermedades

Texto: Marta Sánchez


Existen numerosos estudios que demuestran que la alimentación es un pilar fundamental en la prevención de enfermedades. Mantener una alimentación sana y equilibrada es una cuestión básica para esta prevención. Se conoce que la mejor medicina para el organismo es la preventiva, y no hay mejor manera que mediante un estilo de vida saludable, que combine con el ejercicio físico con una dieta equilibrada, asegurando una correcta nutrición e hidratación.


Una alimentación correcta, variada y completa, es decir, una dieta equilibrada cuyo modelo más reconocido es la dieta mediterránea, permite por un lado que nuestro cuerpo funcione con normalidad y por otro, previene o reduce el riesgo de padecer ciertas alteraciones o enfermedades a corto y largo plazo.


Los organismos de control sanitario y la práctica médica holística coinciden en el riesgo que han supuesto los cambios de alimentación, especialmente en las sociedades occidentales; si es cierto que hay una mayor seguridad alimentaria y han mejorado los niveles, también existe un mayor consumo de alimentos procesados.


La alimentación es uno de los factores más estudiados en enfermedades crónicas, aunque tampoco se puede olvidar el papel determinante de la nutrición en el correcto funcionamiento del sistema inmunológico y una mayor resistencia en procesos infecciosos agudos.


Hay tres pilares fundamentales que se deben cumplir en una alimentación saludable y son válidos para todas las personas: natural, nutritiva, antiinflamatoria.

Las enfermedades crónicas tienen una larga duración y por lo general son de progresión lenta. La diabetes, los infartos, las enfermedades cardíacas, el cáncer y las enfermedades respiratorias son las principales causas de mortalidad en el mundo, siendo responsables del 63% de las muertes. En 2008, 36 millones de personas murieron de una enfermedad crónica. Se trata de enfermedades claramente vinculadas a nuestro estilo de vida, por ello hay que atender de una manera más comprometida y consciente a nuestra manera de vivir.

Vivimos en una sociedad sobrealimentada y paradójicamente malnutrida, la OMS lo define como “La doble carga de la malnutrición”, tan perjudicial es el exceso de calorías y ciertos nutrientes (azúcares, sodio o grasas saturadas) como el defecto de vitaminas o minerales para el metabolismo. Hay tres pilares fundamentales que se deben cumplir en una alimentación saludable y son válidos para todas las personas: natural, nutritiva, antiinflamatoria.

Alimentación natural


Cuando hablamos de alimentos naturales nos referimos a aquellos que están mínimamente procesados. Es importante que al menos el 80% de los productos que llegan a la sartén se parezcan lo más posible al producto que se encuentra en la naturaleza.

Los vegetales cultivados orgánicamente no tienen pesticidas, crecen en suelos ricos en nutrientes y maduran en la planta, esto es lo más parecido al crecimiento salvaje y natural de cualquier fruto en un bosque, nada que ver con los invernaderos de monocultivo y de las cámaras frigoríficas de almacenado.

Lo mismo sucede si hablamos de productos animales. Un pollo criado en libertad y que come frutos y plantas crecerá de una manera más natural y parecida a como crecería en libertad. Su carne será rica en omega 3 y fibrosa, sin aportar hormonas ni antibióticos sintéticos. Cada día crece más este sector ecológico y se pueden comer más alimentos que cumplen estas características. Para comer natural hay que huir de los productos preparados y los aditivos.


Alimentación nutritiva


La vida actual es más sedentaria y cómoda es por ese motivo que necesitamos menos calorías, pero esto no debe comprometer la cantidad de nutrientes de la dieta. Todos los alimentos refinados aportan calorías, pero pocos nutrientes, y esto favorece la obesidad y la malnutrición al mismo tiempo. Para prevenir esto solo los alimentos naturales son los recomendados.

Cuando hay déficits nutricionales, el cuerpo lo interpreta como una necesidad de comida. Si se eligen alimentos de mala calidad nunca se llega a saciar este “apetito nutricional” y las calorías en la dieta siguen aumentando sin que las necesitemos. Sin embargo, comiendo calidad, el organismo se siente a gusto con menos cantidad de alimento.


Alimentación antiinflamatoria


Las grasas cárnicas y lácteas favorecen la inflamación, para evitar esto hay que evitar este tipo de grasas y consumir carnes magras con moderación. Sin embargo, los pescados de pequeño tamaño y el aceite de oliva virgen extra son fuentes de grasa adecuadas que contienen ácidos grasos polinsaturados que el organismo necesita.

Una dieta antiinflamatoria también debe mantener los niveles de glucosa estable, para ello estará exenta de azúcares rápidos como la sacarosa refinada y las harinas refinadas. El consumo de hidratos de carbono debe proceder de cereales integrales, verduras y frutas. También es importante consumir una gran cantidad de antioxidantes. Los pigmentos de los vegetales son sustancias que tienen un elevado potencial antioxidante, por ello un plato de vegetales colorido será rico en distintos tipos de antioxidantes.


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