Raúl Vázquez
La movilidad es esencial en la vida de las personas, ya que es lo que nos permite ser autónomos. Pero con la edad se produce un deterioro en nuestras funciones motoras, lo que provoca una disminución para realizar las actividades del día a día. Esto tiene unas consecuencias, y una de ellas es que las personas mayores sean más propensas al sedentarismo.
La vida sedentaria tiene peligros que aumentan las causas de mortalidad. Este estilo de vida favorece al envejecimiento precoz y tiene el riesgo de que aparezcan numerosas enfermedades. Normalmente, las zonas de nuestro cuerpo que se ven más afectadas son el sistema cardiovascular y el músculo-esquelético, lo que ocasiona complicaciones orgánicas, como atrofias musculares, úlceras, trombosis, estreñimiento o incontinencia, las psicológicas, como trastornos depresivos, o las sociales, como el aislamiento social. Según un estudio sobre factores de riesgo llevado a cabo por la OMS, los modos de vida sedentarios son una de las 10 causas fundamentales de mortalidad en el mundo.
Según un estudio sobre factores de riesgo llevado a cabo por la OMS, los modos de vida sedentarios son una de las 10 causas fundamentales de mortalidad en el mundo.
La revista “Neurology” publicó el pasado 13 de mayo una investigación realizada por la Universidad de Calgary (Canadá) en la que se sostiene que realizar ejercicio aeróbico durante al menos seis meses puede mejorar la salud cerebral de las personas mayores sedentarias.
Para llegar a esta deducción, los expertos analizaron a 206 adultos, a quienes durante seis mese les incluyeron en un programa de ejercicio aeróbico cuatro días a la semana durante algunos minutos, o dos días durante 20 minutos. La edad media de los participantes era de 66 años, no padecían ningún problema cardíaco ni de memoria y se sometieron a pruebas cognitivas al inicio del estudio, además de un test de ultrasonido para medir su flujo sanguíneo en el cerebro.
El ejercicio aeróbico es de gran importancia, porque hace que la sangre se mueva y, por tanto, llegue al cerebro, favoreciendo la fluidez verbal y las habilidades cognitivas. Según los investigadores, realizar este tipo de ejercicio puede tener unos beneficios inmensos para el cerebro.
Al los tres meses de estudio se repitieron las pruebas físicas. Al final de los seis meses, las de pensamiento. A lo largo del programa se aumentaba el entrenamiento de una media de entre 20 y 40 minutos al día. Además, se les pedía que realizaran entrenamientos por su cuenta una vez a la semana. Al final de este periodo, los científicos observaron que los participantes mejoraron un 5’7% en las pruebas de función cognitiva y un 2’4% en la fluidez verbal.
Por último, los investigadores percibieron que el flujo sanguíneo de los participantes aumentó una media de 51’3 centímetros por segundo a un 52’7. Esto supone un incremento del 2’8%. Este aumento del flujo sanguíneo con el ejercicio se asoció con una serie de mejoras modestas pero significativas en los aspectos del pensamiento, que generalmente disminuyen a medida que se envejece.
“Nuestro estudio demostró que seis meses de ejercicio vigoroso pueden bombear sangre a regiones del cerebro que mejoran específicamente sus habilidades verbales, así como la memoria y agudeza mental”, manifestaron los expertos. A pesar de esto, un de las limitaciones del trabajo es que no se compararon los resultados obtenidos con personas que no se ejercitaron, un aspecto que los mismos científicos han reconocido.
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